Todos los dislates puestos en marcha por el Gobierno desde que Puigdemont destapó la caja de los truenos dejando que se filtrase el informe sobre el ‘catalangate’, el espionaje a dirigentes independentistas catalanes por el Centro Nacional de Inteligencia, no pueden culminar en el que sería el último y mayor de los errores: prescindir de Margarita Robles, que es ahora, ante la próxima ‘cumbre’ de la OTAN de finales de junio en Madrid, la ministra más importante del Gobierno.
O aceptar una dimisión que, estoy seguro, la ministra de Defensa presentaría muy gustosa ante lo que está padeciendo y ante su evidente pérdida de peso político por este ‘affaire Pegasus’. No, contra lo que dicen algunos que hasta ayer la apoyaban y que ahora la acusan de ‘indignidad’ por haber dejado caer a ‘su’ directora de los servicios secretos, Paz Esteban, pienso que de ninguna manera se puede sustituir en estos momentos a quien dirige el Departamento que afecta a las Fuerzas Armadas.
Cierto que el Gobierno no ha dado pie con bola desde que, el 2 de mayo y tratando de tapar el ‘catalangate’, tuvieron la ocurrencia desde La Moncloa o aledaños de poner en marcha el ‘moncloagate’, revelando que también el presidente Sánchez y la propia ministra Robles fueron espiados, aunque no se dijo por quién, recayendo inmediatamente las sospechas sobre los ‘servicios’ marroquíes. Cosa que sin duda no contribuyó a ‘seguir normalizando’ las relaciones con Rabat. Ni ha reforzado, desde luego, la cohesión interna en el Ejecutivo. Ni la confianza de los españoles, que se han sentido, me parece, engañados por las ‘explicaciones’, o la falta de ellas, sobre esta película de espías. Solo faltaba, ahora, que, cuando por primera vez, se va a celebrar la más importante ‘cumbre’ en la historia de la OTAN en Madrid, en plena invasión cruenta de Ucrania por Putin, se nos marchase quien me parece que con bastante acierto ha venido dirigiendo las Fuerzas Armadas desde el Ministerio de Defensa. Creo que Robles goza de un apoyo mayoritario, aunque quizá no unánime, en el mundo castrense, y también pienso que cuenta con mucho respeto entre los militares europeos. Quizá Paz Esteban ha tenido una sustituta ‘a la fuerza’ -porque Robles forzó este nombramiento, quizá contra los deseos del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en alguien de similar trayectoria, como Esperanza Casteleiro. Pero Robles, aunque estos días está visiblemente desnortada y fuera de sí, no tiene, hoy por hoy, sustitución fácil.
Creo y espero que la ‘cumbre’ atlántica, tan poco deseada por los socios gubernamentales de Podemos y por sus apoyos independentistas, va a salir bien. Docenas de esforzados funcionarios lo procuran ya. Madrid estará en los focos de todos los medios del mundo, expectantes ante que la ‘cumbre’ discurra normal y eficazmente, adoptando las difíciles decisiones que ha de tomar ante la agresión rusa; así que las infraestructuras no pueden fallar. Ni el Gobierno anfitrión puede dar muestras de que es el ejército de Pancho Villa. Sánchez no puede seguir dando la imagen de que es capaz de entregar la cabeza de sus más próximos y mejores colaboradores a las exigencias de quienes le mantienen, cada vez más a duras penas, en el sillón de La Moncloa. ERC, el propio Podemos, no esconden que quieren guillotinar también políticamente a esa ‘representante de la derecha moderada, del PSOE más conservador y rancio’.
Sánchez, por una vez, ha de mantenerse firme en su próximo encuentro con el president de la Generalitat, Aragonés. No puede seguir ofreciendo la sensación de una rendición constante a la parte del independentismo que representa Esquerra.